21 de enero de 2012

DE CERÁMICA VA LA COSA

Si hablamos de Roma no podemos olvidar mencionar la importancia que tuvo el hecho de estar enclavada en colinas, en concreto siete (Aventino , Capitolino, Celio, Esquilino, monte Palatino, Quirinal y Viminal). Estas colinas rigieron la vida de centenares de ciudadanos. Ciudadanos los cuales necesitaban satisfacer unas ciertas necesidades como prendas de vestir, termas, bibliotecas, calzadas y, sobre todo, tabernas; ¿que sería de los ciudadanos de Roma sin tabernas?, si tan importante eran para los romanos las tabernas y las fiestas igualmente sería importante el vino para bañar las mismas. Pero ¿Qué cantidad de vino se podía consumir en la Antigua Roma? Tanto como para formar una montaña con todas las ánforas que transportaban vino. Sí, has leído bien, el Monte Testaccio está formado por cascotes de las ánforas que transportaban el vino. Los barcos cargados de ánforas llegaban al puerto de Roma, el vino que contenían las ánforas se vaciaban en bolsas de piel que facilitaban el trasporte del vino por la ciudad. Era tal la entrada de barcos con ánforas de vino que la única solución para deshacerse de tanta ánfora que se solían romper tirando los cascotes de estas al mismo lugar. Tal acumulación de cascotes hubo que dió lugar al ya mencionado Monte Testaccio. Las últimas excavaciones llevadas a cabo indican que la colina no fue un basurero fortuito ni desordenado, sino una estructura llevada a cabo de manera disciplinada, elevada por terrazas con muros de retención también hechos de trozos de cerámica, donde podemos establecer 3 fases en la construcción de dicha estructura. La primera abarcaría del 74 a. C. al 149 d. C. La segunda se prolongó hasta el 230 d. C., y la tercera está siendo investigada en la actualidad. A modo anecdótico remarcar que en la colina se han construido diversas cuevas para almacenar vino, ya que su interior conserva una temperatura constante de 17 °C.

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