22 de febrero de 2012

BRUTO, EL ASESINO DE UN EMPERADOR

El 15 de marzo (fecha conocida en el calendario romano como “idus de marzo”) del año 44 a.C. un grupo de conspiradores liderados por Marco Junio Bruto y Cayo Casio Longino asesinaron a Julio César en un intento de restablecer la república romana. Pero la muerte del dictador no pudo modificar una realidad política que hacía tiempo se había vuelto irreversible. Al vacío de poder ocasionado por la muerte de César le siguió rápidamente una guerra civil entre quienes querían hacerse cargo de su herencia y quienes aspiraban a restablecer el poder del senado. Bruto y Casio se vieron forzados a dejar Italia, retirándose hacia las provincias orientales en busca de apoyos y recursos para combatir a Marco Antonio y Octaviano. Tanto Bruto como Casio acuñaron entonces gran cantidad de tipos de monedas diferentes, no solo para pagar a sus tropas sino también para hacer propaganda a favor de su causa. En una época sin medios de comunicación masivos y en la que un porcentaje muy reducido de la población podía leer, las monedas eran uno de los medios más efectivos para difundir rápidamente un mensaje. Bruto era, por varias razones, el más prominente entre los conspiradores. Como descendiente de Lucio Junio Bruto -el casi mítico cónsul del año 509 a.C., quien había asesinado al último rey y fundado la república- Bruto podía presentar sus actos como el estricto cumplimiento de una tradición familiar.

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